Hola zarigüeyas y zarigüeyos! Han sido muchos días sin escribir debido a la apertura de la temporada de caza de tórtolas con horca, que me ha mantenido muy ocupado, pero ya estoy de vuelta, o eso creo.
Ayer he ido a ver El reino de los Cielos a un cine de extrarradio y he decidido que ya iba siendo hora de vérmelas con ese carapán chocarrero híbrido entre Luís Enrique y un clon inestable del pavo que no se lava de Upa Dance, hablo, por supuesto, del zurrasposo "actor" ídolo de aolescentes con moquillo vaginal Orlando Bloom.
¿Como es posible que un tipo sin atisbo alguno de garbo, carente de refinamiento, de cara de peliculera y de hablilidad interpretatitivas, esté molando de esta forma tan denodada con papeles en pelis del calibre de el Señor de los Anillos, Troya y El reino de los Cielos? Porque a ver, el tipo ni siquiera es guapo, ¡cojones!, que tiene la mandíbula para fuera. Y eso por no hablar de su carisma, que yo diría que hasta el anodino Ben Affleck (otro carapán de órdago), tiene más gracejo. No sé, no sé, que este pavo tenga éxito constituye un claro síntoma de que la relajación de las costumbres y la laxitud moral post 11-septiembre acabará por condenarnos a todos al infierno de la ramplonería más galopante...
Porque además de Orlando Bloom, en Kingdom of Heaven hay algo muchísimo más ominoso: su mensaje pro mestizaje cultural a lo Manu Chao. El espiritu del talante que ese ser protervo de cejas circunflejas ha inoculado a nuestra agonizante sociedad, se está extendiendo como un cáncer y ya no hay quimioterapia que valga. Vamos a palmar todos de buenrollismo crónico e infarto masivo de diplomacia. Para empezar, ya han empezado a reescribir la historia para que no protesten los moros. Ahora resulta que los cruzados se llevaban de puta madre con ellos, respetaban su cultura y su religión e incluso los admiraban. Y el Saladino, ,lo mismo con los cristianos. Ya puestos, Ridley Scott podía haberlos retratado a todos en plan perrofaluta con un diábolo y unas mazas. Hay que ver lo que la tiranía de la corrección política obliga a hacer a los buenos cineastas (escenas para la antología: Orlando Bloom rinde Jerusalén como quien no quiere la cosa después de una sanguinaria batalla y le pregunta a Saladino ¿qué vale Jerusalén", él dice "nada" y sigue caminando, luego se gira sonriente en plan Vin Diesel, le guiña un ojo y apostilla "todo", y ya, a molar. Luego, ya en Jerusalen, Saladino se encuentra una cruz tirada en el suelo y, como ha aprendido muy bien la lección zapateriana del entedimiento por cojones entre culturas, la vuelve a poner de pie) ¿Dónde han quedado esos tiempos donde Charlton Heston hacía rodar cabezas de infieles a lomos de Babieca sin que nadie tuviera que legitimar sus actos? ¡Hasta quieren quitar la estatua de Santiago Matamoros de la Catedral! ¿Pero esto que coño es? Como sigamos así el Fernando León o alguno de su troupe de hippiosos descerebrados va a acabar haciendo una peli sobre la expulsión de los Judios en la que todo fue dispuesto con mucho talante y de común acuerdo. Y yo me pregunto¿por qué está tendencia conciliadora sólo ejerce su influjo con respecto al mundo árabe? Estaría también de puta madre una peli sobre el genocidio en la que soldaddos de las ss y prisioneros jugarán al mus y tuvieran diálogos del tipo "hey, pavo, tengo que matarte, pero en realidad te aprecio la hostia a ti y a tu cultura", "no, sí ya, a mi también me caeis guay los nazis. Si no fuera porque me has arrancado los piños y me sangra la boca te besaría".
Cousas veredes.